jueves, 28 de julio de 2005

El Allanamiento

Un estruendo resonó por la habitación, parecía el trueno de una tormenta veraniega, pero solo era el sonido de unas cacerolas al caer. Este sonido sobresalto a Kirt que se levanto inmediatamente, Acto seguido fue a investigar el ruido. Kirt vivía solo y no tenia animales de compañía, el hombre pensó que el estante donde guardaba las cacerolas había cedido y por ello se había producido ese estruendo.

Al llegar a la cocina Kirt vio todas las cazuelas, sartenes y cazos en el suelo, pero todos los estantes estaban en perfecto estado, sin saber como se sucedió tal desperdicio, comenzó a recoger la cocina y fue en ese momento cuando se fue la luz de toda la casa. Kirt se levanto del suelo a la voz de ??Fantástico? y se dirigió al quinto cajón de la cocina, donde guardaba una linterna. Al abrir el cajón descubrió que la linterna no estaba en su sitio, extrañado pensó ??Tal vez no la deje en su sitio el otro día?. Kirt se encamino hacia el sótano, donde estaban los fusibles, y al pasar por delante de la puerta del salón, vio una sombra que cruzaba; Fue aquí donde Kirt se empezó a amedrentar pero supo frenar sus miedos pensando que todo era pura sugestión, que su mente le estaba jugando malas pasadas. Cogió un par de velas y retomo su rumbo hacia el sótano.

Al Llegar al sótano descubrió que los fusibles habían desaparecido y, por el aspecto que tenia aquello, habían sido arrancados de cuajo. Kirt dio rienda suelta a su temor y corrió a la cocina para coger un cuchillo jamonero, mientras se trataba de tranquilizar un poco, se oyó otro gran estruendo, esta vez provenía de su despacho. Kirt Subió corriendo las escaleras porque por encima de todo lo que temía, estaba su trabajo, aquel al que le había dedicado más de 10 años de su vida, aquel el cual le costo amigos, amores y años de juventud. Al atravesar la puerta de su despacho vio el ventanal destrozado y faltaba su escritorio, junto al ordenador y los datos de su duro trabajo, entro despacio en aquel lugar y fue cuando sintió un fuerte golpe en la nuca, cuando descubrió que quien se coló en su casa, estaba en esa habitación.

Cuando volvió en si, se vio atado fuertemente a una silla y vio a su agresor mientras terminaba de extender un fuego por su despacho.
—Podrás matarme —dijo Kirt— pero no morirá mi trabajo conmigo.
—¿Te refieres a tu hermano? —replico el asesino— no debiste implicarle en tu proyecto.

El asesino saco una cabeza humana de su bolsa y se la tiro a Kirt, que horrorizado, dio un grito.
—Tu trabajo acaba esta noche —concluyó el asesino— así como también acaba el mío.