miércoles, 26 de abril de 2006

Crónicas no oficiales de Dossam. El Levantamiento de Astaroth (I)

Un año antes de la Refundación de las Grandes Hermandades de Dossam...

—Luz y oscuridad, agua y fuego, ley y caos, bien y mal. Todo se basa en opuestos —me dijo—, pero para que todo funcione ha de haber equilibrio entre ellos. Por mucho que se intente aplastar un extremo, siempre surgirá de el un héroe que le devolverá su antigua gloria.

—Nunca te serviré —contesté enfurecido—. Nunca.

—La oscuridad, el fuego, el caos y el mal que hay dentro de mi, se han unido para ayudarse mutuamente, para volver a su antigua gloria —Astaroth siguió hablándome, sin dar muestras de haberme escuchado siquiera—. Tú serás mi abanderado, pues con tus batallas alimentaras mi fuego, con tus acciones, mi caos, con tus allegados, mi oscuridad, y con tu influencia, mi mal.

—No te ayudaré a escapar de tu prisión —con esas palabras desenvainé mi espada y me lancé al ataque. Mientras daba espadazos a diestro y siniestro oía una voz en mi interior que aumentaba exponencialmente mi ira. “si, ven a por mi, bebe de mi sangre, absorbe los elementos necesarios para esta campaña”.

Mis músculos no obedecían a mi mente, pero seguían atacando al oscuro señor, tal y como yo quería. Atravesé sus defensas cortándole un brazo, no conforme con eso, le corte un cuerno y le clavé mi acero en su abdomen, introduciéndolo hasta la empuñadura.

Ese cerdo seguía riendo. Desclavé mi espada de su cuerpo, dando un paso a tras para asentar mi postura de ataque, y, dando un paso hacia delante, le cercené la cabeza. Apenas puede ver como su cuerpo inerte caía al río de lava cuando dos seres demoníacos, que estaban a su servicio, me enviaron sendos regalos en forma de bolas de fuego que me derribaron. Me di un golpe en la mano que sostenía mi espada el cual me obligó a soltarla, dejando que se perdiera en las profundidades del candente magma.

—Je, je, je, je. Levanta, Maese Kapu —era Astaroth quien me hablaba. Oía su voz dentro de mi cabeza, haciendo que su voz dominara mis músculos en un principio. Dentro de poco dominaría también mi mente—. ¿Pensaste que tu espada podría derrotarme? No. Solo fue un truco, una treta para poder dominar tu cuerpo —me puse en pie— y tu mente.

—¡Maldito!

—No me hagas responsable de esto, fue tu decisión. Tu desprecio hacia los Dioses regentes ha hecho que te entregaras a mi, yo solo he cogido aquello que me has prestado.

Oscuridad impenetrable, fuego calcinador, caos autentico, mal absoluto. Siento que se apoderan de mi, siento que me invaden, me corrompen y me acunan en un nuevo nacimiento, en una nueva razón, en una nueva verdad, en la única verdad. Los dioses me miraron mal, me castigaron, se llevaron a los míos. Ahora he vuelto con ansias de venganza. ¡Que se preparé Ceón! ¡Qué se prepare Dossam! Porque les haré desaparecer.

—Así me gusta. Cuando llegue el momento nos revelaremos. Cuatro serán los que unirán a ti, cinco serán mis manos en Dossam. Juntos nos vengaremos de Ceón y sus hijos.

Continuará…

1 comentario:

Anónimo dijo...

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