martes, 7 de febrero de 2006

En el callejón

En la oscuridad de la noche cerrada caminaba con prisas un hombre joven por un callejón apartado de la ciudad sin más luz que la de una farola parpadeante que quiere fundirse cuanto antes. El joven miraba constantemente hacia atrás, con nerviosismo aceleraba el paso y se adentraba más en el callejón. Detrás suya se oía el ruido de unos zapatos nuevos, con el paso firme y sin prisa, se acercaba cada vez más el sonido del caminante desconocido.

El joven, de caminar pasó a correr, pero con tal mala suerte que se metió por una callejuela sin más salida que el acceso de entrada utilizado. Cuando se dio la vuelta para rectificar su rumbo, vio que su perseguidor ya había bloqueado la única salida.

El perseguidor, un hombre trajeado de metro ochenta, se acercaba lentamente pero amenazante a su futura victima, la cual retrocedió sin perder de vista al hombre trajeado hasta que su espalda chocó contra la fría pared en que finalizaba la callejuela.

—No… no me haga daño, por favor —dijo el joven con miedo, y sacándose la cartera del bolsillo añadió—. Le daré todo lo que llevo encima.
—No quiero tu dinero —replicó el hombre trajeado—. Quiero algo más valioso de ti.
—Pe- Pero no llevo nada de valor.
—Seguro que encuentro algo que me agrade —afirmó el misterioso hombre mientras que dejaba que la luz de una farola le bañase, mostrando su horrible rostro.

Su cara estaba arrugada, con el ceño fruncido y unos largos colmillos sobresalían de su boca. Sin duda alguna, la visión de este ser, amedrentó aún más al joven, pero haciendo de tripas corazón, encontró el valor suficiente para ponerse en movimiento e intentar escapar. Desgraciadamente el callejón era muy estrecho, y el vampiro agarró del cuello a su victima mientras intentaba escapar. El vampiro mordió al joven y comenzó a chupar la sangre de este. Pero enseguida apartó al joven de un empujón y escupió al suelo la sangre bebida.

—¡Está asquerosa! —Exclamó el vampiro—. ¿Te has drogado? Si, seguro que es eso —el vampiro probó un poco más de sangre—. Te has metido caballo. Maldito estúpido.

En un acto de rabia el vampiro cogió al joven, que seguía sangrando por las heridas de la mordedura, y le partió el cuello.

—Tendré que buscar otra victima —sentenció el vampiro mientras se alejaba del callejón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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