martes, 8 de noviembre de 2005

Buno

—¡¡¡¡Ya está bien!!!! —gritó el maestro Nañeak— ¡Castigado contra la pared! ¡Y no quiero oír ni una sola palabra más! ¡De ninguno! ¡Poneos a estudiar el 5º temario! Que falta os hace.

Buno se levantó de su asiento con la cabeza gacha y se dirigió a la pared mientras que sus compañeros de clase cuchicheaban en voz baja para que no pudiera oírlos ni el, ni el profesor Nañeak.

—¡He dicho que os calléis! —Volvió a repetir a gritos.

La verdad es que el maestro Nañeak era bastante irascible y el comportamiento de Buno no hacia más que disminuir la poca paciencia que tenia con los niños.

Buno era un buen chico, no se portaba mal, era sincero, generoso y muy inteligente; y ese era el problema. Buno no podía resistirse a corregir a la gente cuando veía que cometían un error y, en la case de matemáticas del profesor Nañeak, no podía evitar corregir al profesor cuando este se equivocaba, cosa que solía ocurrir con frecuencia.

El Profesor Nañeak ya estaba entrado en años, apunto de jubilarse, y con los años se había vuelto bastante despistado. Siempre que se equivocaba aparecía la mano de Buno levantada, si le ignoraba, Buno no se frenaba y decía lo que tenia que decir en voz alta. El profesor detestaba que un niñato de cinco años le corrigiera a él, que tenia unas oposiciones, una carrera y cuarenta y tres años de experiencia. No, ese mocoso no se iba a salir con la suya.

El timbre de la escuela sonó, sacando a todos de la concentración que reinaba debido al silencio que habitaba en la clase. Los críos comenzaron a recoger para irse a casa, y Buno se dirigió hacia su asiento para hacer lo mismo que sus compañeros.

—Buno —dijo el Profesor con voz severa—. No te marches. Hoy te quedaras una hora más.
—¿Estoy castigado? —Preguntó asombrado Buno— pero...
—No quiero oír tus protestas —le cortó Nañeak—. Debes aprender a respetar a tus mayores.
—Pero...
—¡He dicho que nada de protestas! —Le volvió a cortar el profesor levantando la voz—. Si sigues con esta actitud no tendré más remedio que suspenderte.

Nañeak saboreo con deleite sus últimas palabras, pues sabia muy bien que el chico nunca había suspendido una asignatura, bueno, para ser exactos, nunca había sacado una nota menor a un sobresaliente. Normalmente Nañeak castigaba a sus alumnos con el suficiente número de ejercicios como para tener que terminarlos en su casa, pero el caso de Buno era especial, pues sabía que podría terminar todos los ejercicios antes de que pasase esa hora de castigo, por lo que decidió volverle a mandar contra la pared.

Buno no comprendía el porque del castigo, no había echo nada malo. Tan solo le había corregido al profesor Nañeak cuando se había equivocado en el resultado de una división. ¿Por qué le decía que le suspendería? No podría aguantar un suspenso, el siempre aprobaba, era lo que más le gustaba hacer.

—Toc, toc. —Era la voz del director Yaguin. Estaba en la puerta con unos papeles en la mano—. ¡Hola Buno! ¿Qué haces aún aquí?
—Está castigado —contestó fríamente Nañeak.
—¡Oh! Profesor, ¿Puedo hablar con usted un momento? —Solicitó Yaguin— En el aula de al lado, por favor.
—Claro.

El profesor Nañeak se levantó de su asiento y se dirigió a la clase de enfrente seguido del director Yaguin. Buno se quedó en su sitio, intentando escuchar la conversación de enfrente, pues cometieron el error de no cerrar las puertas.

—¿De qué se trata? —Pregunto Nañeak.
—Verá —comenzó diciendo Yaguin— han venido unos representantes de la escuela de genios del estado para evaluar la posible incorporación de Buno en dicha escuela.
—¡¿Qué?! —Preguntó exaltado Nañeak—. ¿Ese mocoso va a ir a una escuela de genios?
—Si —contestó con paciencia el director—. A parte de las notas, las cuales son excepcionales, necesitan la firma de todos sus profesores diciendo que es lo suficientemente inteligente como para ingresar en la escuela.
—No firmaré ese papel —replicó con desdén Nañeak.
—Si lo hará, porque si no lo hace, le abriré expediente con todas las cosas que he pasado por alto de su comportamiento, será despedido y me aseguraré de que no vuelva a trabajar en ninguna escuela.
—Déme ese papel —dijo Nañeak con los ojos abordados por la ira.

El Director Yaguin se dirigió hacia el aula donde se encontraba Buno mientras que este soñaba con todas las cosas que iba a hacer cuando ingresara en la escuela de genios.
—Buno, ya puedes irte a casa —le dijo el director sacándole de sus pensamientos—. Y haz el favor de decirle a tu padre que tengo que hablar con el, tengo una buena noticia para los dos.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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